Hace ya tiempo que el país hermano, al otro lado del Río de los Pájaros, nos viene acostumbrando a sentir esa envidia sana que despierta una emoción particular, especialmente entre los militantes socialistas, que compartimos tanto de lo que ha logrado en los últimos años el gobierno oriental.
En este caso, un ejemplo de transparencia de cara a la contienda electoral nos crea la esperanza de que, algún día, nuestro intendente pueda copiarse de un gesto semejante. Transcribimos a continuación la carta enviada a la sociedad sanducera por parte de Julio Pintos, intendente de la vecina ciudad.
Paysandú, enero 29 de 2010.
Como se sabe, en las próximas horas estaré renunciando al cargo de Intendente para dedicarme de lleno a la campaña electoral. Y aún cuando estos últimos días distaron de ser tranquilos, quise hacerme un tiempo para enviar esta nota.
Cuando uno llega a instancias como esta, es inevitable mirar el camino andado. No sé si le pasa a todos los políticos, pero en mi caso la responsabilidad por hacer las cosas bien se hace sentir como en el primer día. Y mejor así, ya que en el momento en que un político deja de sentir el peso de la responsabilidad, es cuando comienzan a sufrir los pueblos.
Estamos conformes con el trabajo realizado. Eso no quiere decir que no hayamos cometidos errores o que no queden cosas por hacer. No. Siempre faltan cosas, algunas de las cuales estarán resolviendo los compañeros que quedan. Estamos conformes porque asumimos el gobierno de una sociedad con su economía quebrada, con crisis de confianza en sí misma y en sus instituciones, con la Intendencia descapitalizada y terminamos estos primeros cuatro años y medio con un panorama muchísimo mejor. ¿Logramos la sociedad soñada? No, de ninguna manera. Pero sí es una sociedad mucho más optimista, que ha ido abandonando las caras largas, con su economía reactivándose y una Intendencia más profesionalizada, más equilibrada en sus cuentas y mucho más moderna.
A mí me gusta usar la metáfora del edificio, y decir que Paysandú era como un edificio sin cimientos. Algunas paredes resultaban atractivas, les servían a los gobernantes de los años ‘90 para cortar cintas y juntar algunos votos, pero como sabemos, las paredes sin cimientos se caen. El rumbo progresista que habíamos prometido no podía comenzar sino rehaciendo los cimientos. Lo cual luce menos, rinde políticamente poco, es claro, pero es lo que debía hacerse. Nuestro trabajo apuntó a reconstruir la base para hacer un edificio para el siglo XXI. Y lo logramos..
Estoy conforme, además, porque cumplimos con los compromisos que habíamos asumido. Y eso, para mí y para la fuerza política que integro, es fundamental, es una cuestión de principio. No quiero ocultar mi alegría por esto. Es motivo de una gran tranquilidad y de enorme orgullo para mí decir que a nosotros no nos cabe aquello de que los políticos prometen y no cumplen. No, nosotros somos políticos que sí cumplimos. Y permítanme un pequeño acto de vanidad. Cuando yo digo que hemos cumplido con nuestros compromisos me viene ganas de decir lo que a veces dice el Presidente Vázquez: “que me desmientan, si me equivoco”.
Entonces, nosotros comenzamos a gobernar sabiendo que habíamos iniciado un nuevo rumbo. El cambio de gobierno era más que un cambio de nombres. Era un cambio de concepto, de modelo, era un cambio ideológico.
No era así porque a mí o al equipo que me acompañó se nos hubiese ocurrido. Fue así porque ese era el rumbo del Frente Amplio. Y nosotros desde el primer momento nos ajustamos estrictamente al programa de la fuerza política a la que pertenecemos.
No voy a enumerar acá la larguísima lista de logros alcanzados en nuestro período. Ya habrá oportunidad de hacerlo en otras instancias. Solo sugiero al lector que busque en la web de la Intendencia el texto del discurso que hicimos en las escalinatas del Palacio municipal cuando asumimos en el 2005. Ese discurso, que está basado en el Programa del Frente Amplio, con el tiempo se fue transformando en una especie de guía de nuestro accionar.
Hace poco lo volví a leer, pero ahora haciendo un ejercicio de contraste. Tratando de ver cuántos de aquellos compromisos habíamos podido cumplir. Y enorme es la satisfacción de ver que de los 20 objetivos estratégicos que asumimos ante la gente, todos fueron cumplidos. Y más también.
No hay dudas de que nuestro gobierno es un nuevo rumbo para Paysandú. Hay dos rumbos posibles: uno conservador, propio del siglo XX y otro es el rumbo progresista, que es el rumbo del siglo XXI para problemas del siglo XXI. Yo estoy convencido que nuestro rumbo es mejor. Y me baso en una sola cosa: pocas dudas caben de que Paysandú hoy, está mejor que hace 5 años. No tocamos el cielo con las manos, faltan cosas, pero estamos mucho mejor.
Tampoco cabe duda de que hemos cumplido con todos nuestros compromisos. Hicimos lo que dijimos que íbamos a hacer. Cumplimos con el Programa de gobierno del FA. Incluso hicimos más, porque algunas cosas fueron surgiendo a medida que pasaban los años y fuimos aprovechando las oportunidades que aparecían.
Cumplimos también con los sanos equilibrios internos de nuestra fuerza política. Buscamos siempre que ningún sector del FA se sintiera excluido. Los tres candidatos del 2005, representantes de tres corrientes de opinión, participamos martes tras martes en las grandes decisiones de este gobierno. Fue un gobierno de unidad.
Pero aún cuando seguimos fielmente el rumbo del Programa del Frente Amplio, este no fue un gobierno solo para el FA. Nosotros fuimos un Intendente del FA pero para todos los sanduceros. Así lo intentamos y creo que así lo logramos.
Tampoco hay absolutamente ninguna duda de que éste ha sido un gobierno honesto y transparente. Nadie puede decir que hubo cosas raras, ocultas o dudosas.
Recuperamos peso político para Paysandú. Que no es amiguismo con el presidente de la República. Peso político significa que hoy Paysandú va a Montevideo y las puertas se le abren porque presenta proyectos serios, realizables, porque vamos con el problema en una mano, pero con soluciones en la otra.
En fin, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mucha gente. Para empezar, gracias a la población, por los elogios cuando acertábamos, por las críticas cuando la merecíamos y también por la paciencia cuando había que esperar para que las cosas salieran bien, gracias a los compañeros que integraron conmigo el gabinete de dirección. Agradezco infinitamente a los funcionarios municipales todos, por su esfuerzo diario. Agradezco a la Junta Departamental. Gracias también, a mi fuerza política. Gracias también a todas las instituciones que colaboraron con nosotros. Gracias al periodismo, porque aún cuando nos criticara severamente, siempre lo hizo con lealtad sanducera y porque al final, las críticas siempre terminan ayudando. Y por supuesto, especial agradecimiento a mi familia. Ellos saben todo lo que les debo.
Solo me resta desearle a quien me suplirá, la muy valiosa compañera Helena Heinzen, los mejores éxitos. Hace cinco años venimos trabajando diariamente juntos y no me cabe ninguna duda de que su tarea estará a la altura de las circunstancias. A ella y a los demás compañeros que quedan en la tarea, los mejores deseos.
A mi querido pueblo de Paysandú, por todo y otra vez, muchas gracias.
Cuando uno llega a instancias como esta, es inevitable mirar el camino andado. No sé si le pasa a todos los políticos, pero en mi caso la responsabilidad por hacer las cosas bien se hace sentir como en el primer día. Y mejor así, ya que en el momento en que un político deja de sentir el peso de la responsabilidad, es cuando comienzan a sufrir los pueblos.
Estamos conformes con el trabajo realizado. Eso no quiere decir que no hayamos cometidos errores o que no queden cosas por hacer. No. Siempre faltan cosas, algunas de las cuales estarán resolviendo los compañeros que quedan. Estamos conformes porque asumimos el gobierno de una sociedad con su economía quebrada, con crisis de confianza en sí misma y en sus instituciones, con la Intendencia descapitalizada y terminamos estos primeros cuatro años y medio con un panorama muchísimo mejor. ¿Logramos la sociedad soñada? No, de ninguna manera. Pero sí es una sociedad mucho más optimista, que ha ido abandonando las caras largas, con su economía reactivándose y una Intendencia más profesionalizada, más equilibrada en sus cuentas y mucho más moderna.
A mí me gusta usar la metáfora del edificio, y decir que Paysandú era como un edificio sin cimientos. Algunas paredes resultaban atractivas, les servían a los gobernantes de los años ‘90 para cortar cintas y juntar algunos votos, pero como sabemos, las paredes sin cimientos se caen. El rumbo progresista que habíamos prometido no podía comenzar sino rehaciendo los cimientos. Lo cual luce menos, rinde políticamente poco, es claro, pero es lo que debía hacerse. Nuestro trabajo apuntó a reconstruir la base para hacer un edificio para el siglo XXI. Y lo logramos..
Estoy conforme, además, porque cumplimos con los compromisos que habíamos asumido. Y eso, para mí y para la fuerza política que integro, es fundamental, es una cuestión de principio. No quiero ocultar mi alegría por esto. Es motivo de una gran tranquilidad y de enorme orgullo para mí decir que a nosotros no nos cabe aquello de que los políticos prometen y no cumplen. No, nosotros somos políticos que sí cumplimos. Y permítanme un pequeño acto de vanidad. Cuando yo digo que hemos cumplido con nuestros compromisos me viene ganas de decir lo que a veces dice el Presidente Vázquez: “que me desmientan, si me equivoco”.
Entonces, nosotros comenzamos a gobernar sabiendo que habíamos iniciado un nuevo rumbo. El cambio de gobierno era más que un cambio de nombres. Era un cambio de concepto, de modelo, era un cambio ideológico.
No era así porque a mí o al equipo que me acompañó se nos hubiese ocurrido. Fue así porque ese era el rumbo del Frente Amplio. Y nosotros desde el primer momento nos ajustamos estrictamente al programa de la fuerza política a la que pertenecemos.
No voy a enumerar acá la larguísima lista de logros alcanzados en nuestro período. Ya habrá oportunidad de hacerlo en otras instancias. Solo sugiero al lector que busque en la web de la Intendencia el texto del discurso que hicimos en las escalinatas del Palacio municipal cuando asumimos en el 2005. Ese discurso, que está basado en el Programa del Frente Amplio, con el tiempo se fue transformando en una especie de guía de nuestro accionar.
Hace poco lo volví a leer, pero ahora haciendo un ejercicio de contraste. Tratando de ver cuántos de aquellos compromisos habíamos podido cumplir. Y enorme es la satisfacción de ver que de los 20 objetivos estratégicos que asumimos ante la gente, todos fueron cumplidos. Y más también.
No hay dudas de que nuestro gobierno es un nuevo rumbo para Paysandú. Hay dos rumbos posibles: uno conservador, propio del siglo XX y otro es el rumbo progresista, que es el rumbo del siglo XXI para problemas del siglo XXI. Yo estoy convencido que nuestro rumbo es mejor. Y me baso en una sola cosa: pocas dudas caben de que Paysandú hoy, está mejor que hace 5 años. No tocamos el cielo con las manos, faltan cosas, pero estamos mucho mejor.
Tampoco cabe duda de que hemos cumplido con todos nuestros compromisos. Hicimos lo que dijimos que íbamos a hacer. Cumplimos con el Programa de gobierno del FA. Incluso hicimos más, porque algunas cosas fueron surgiendo a medida que pasaban los años y fuimos aprovechando las oportunidades que aparecían.
Cumplimos también con los sanos equilibrios internos de nuestra fuerza política. Buscamos siempre que ningún sector del FA se sintiera excluido. Los tres candidatos del 2005, representantes de tres corrientes de opinión, participamos martes tras martes en las grandes decisiones de este gobierno. Fue un gobierno de unidad.
Pero aún cuando seguimos fielmente el rumbo del Programa del Frente Amplio, este no fue un gobierno solo para el FA. Nosotros fuimos un Intendente del FA pero para todos los sanduceros. Así lo intentamos y creo que así lo logramos.
Tampoco hay absolutamente ninguna duda de que éste ha sido un gobierno honesto y transparente. Nadie puede decir que hubo cosas raras, ocultas o dudosas.
Recuperamos peso político para Paysandú. Que no es amiguismo con el presidente de la República. Peso político significa que hoy Paysandú va a Montevideo y las puertas se le abren porque presenta proyectos serios, realizables, porque vamos con el problema en una mano, pero con soluciones en la otra.
En fin, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mucha gente. Para empezar, gracias a la población, por los elogios cuando acertábamos, por las críticas cuando la merecíamos y también por la paciencia cuando había que esperar para que las cosas salieran bien, gracias a los compañeros que integraron conmigo el gabinete de dirección. Agradezco infinitamente a los funcionarios municipales todos, por su esfuerzo diario. Agradezco a la Junta Departamental. Gracias también, a mi fuerza política. Gracias también a todas las instituciones que colaboraron con nosotros. Gracias al periodismo, porque aún cuando nos criticara severamente, siempre lo hizo con lealtad sanducera y porque al final, las críticas siempre terminan ayudando. Y por supuesto, especial agradecimiento a mi familia. Ellos saben todo lo que les debo.
Solo me resta desearle a quien me suplirá, la muy valiosa compañera Helena Heinzen, los mejores éxitos. Hace cinco años venimos trabajando diariamente juntos y no me cabe ninguna duda de que su tarea estará a la altura de las circunstancias. A ella y a los demás compañeros que quedan en la tarea, los mejores deseos.
A mi querido pueblo de Paysandú, por todo y otra vez, muchas gracias.
Rescatamos, quizás con particular esperanza, el párrafo donde señala que la recuperacion de peso para la ciudad "no es amiguismo con el presidente de la República", sino que "significa que hoy Paysandú va a Montevideo y las puertas se le abren porque presenta proyectos serios, realizables, porque vamos con el problema en una mano, pero con soluciones en la otra".
Imaginamos una sociedad uruguayense que pueda enorgullecerse de un gobierno municipal por las mismas razones, por encontrarlo a la altura de las circunstancias, capaz de hacer propia la consigna planteada por Pintos, donde los intereses de nuestra ciudad estén antes que las banderías políticas, los favores personales o los requisitos de adulación que emanan del Ejecutivo provincial y nacional.